lunes, 16 de noviembre de 2009

El auto del museo

Quienes se acerquen hasta San José, en la provincia de Entre Ríos, y visiten su completo museo; entre tantas valiosas piezas que evocan la gesta de los colonos suizos, franceses e italianos de 1857, se encontrarán con un automóvil bastante particular: un Hotchkiss de 1905. “El auto del museo”, para aquellos a los que nos ha costado la pronunciación o simplemente no teníamos idea en nuestra niñez de la existencia de la marca que lo identifica. El vehículo fue donado por la familia Torrieri, de Colón, y durante muchos años se paseó por cuanto desfile se organizara en la ciudad; siempre conducido por don “Tico” Montañé. El y otro mecánico del pueblo, don “Pepe” Bonini eran los que podían hacer funcionar su compleja maquinaria. Hasta que el paso del tiempo hizo su trabajo implacable y el automóvil quedó definitivamente archivado en el museo.
El auto, de generosas dimensiones, tiene un motor de cuatro cilindros, el radiador redondo y la particularidad de que se le podía cambiar parte de la carrocería y usarlo tanto para el transporte de pasajeros como de carga. Debajo del radiador se lee la palabra “París” y el número 80, que sin duda indica el número de serie del aparato.
Pero… ¿de dónde o cómo surgió esta marca hoy ya desaparecida como constructora y solo conocida por los ejemplares que aún circulan por el mundo? Veamos: tal parece que no siempre las corrientes migratorias trasladaron europeos que se largaban a cruzar el mar para “hacerse la América”, sino que también hacían el recorrido inverso.
Tal es el caso del americano Benjamin Hotchkiss; nacido en Watertown, estado de Connecticut en 1826. Siendo aún niño se interesó por los negocios de su familia relacionados con la herrería y más tarde, con su hermano Andrew, comenzó a experimentar con la fabricación de cartuchos metálicos para armas de fuego y patentarlos. Así se fue haciendo un experto en armas. Trabajó en la Colt y en la Winchester donde dejó su impronta hasta tal punto de que hubo un modelo de rifle conocido como Winchester-Hotchkiss. Durante la Guerra de Secesión ya su armamento jugó un papel preponderante, lo que le dio una enorme reputación. En 1867 se trasladó a Francia donde instaló una fábrica de cartuchos para armas portátiles. Puede decirse que se adelantó a la historia porque tres años después estalló la guerra Franco-Prusiana y nuevamente el material bélico de su fabricación fue protagonista. Hacia 1875 fundó una nueva fábrica en el suburbio parisino de Saint-Denis y adoptó como identificación un escudo que incluía dos cañones cruzados, una granada en llamas sobre ellos y todo enmarcado por un cinturón en círculo. El emblema estaba inspirado en una insignia del ejército americano a la que se le agregó la leyenda HOTCHKISS-PARIS.
Benjamin Berkeley Hotchkiss falleció súbitamente en París en 1885, un año antes que Daimler y Benz construyeran y patentaran sus respectivos primeros “automóviles”. Sin embargo su empresa lo sobrevivió, construyendo armas y perfeccionando un nuevo modelo de ametralladora que Hotchkiss había proyectado; hasta que en 1902 comenzó a fabricar autopartes para marcas como Panhard et Levassor, De Dietrich, Charrón, De Dion – Bouton y otras. Pero ya en 1904 salió al mercado el primer automóvil Hotchkiss fabricado íntegramente por la constructora de Saint-Denis. Se trataba de un 4 cilindros de 17 CV, que adoptó la moda del radiador redondo y luciendo en él la ya famosa insignia de los cañones cruzados, en obvia alusión a los orígenes de la marca.
Pronto la Hotchkiss comprendió también la importancia de la competición como medio publicitario. Entre 1904-1906 construyó un auto provisto con un motor de 18 litros de cilindrada. Después de presentarse con suerte dispar en el Circuito de las Ardenas y las eliminatorias de la Copa Gordon Bennet, este coche (Tipo HH) tuvo el privilegio de participar en el primer Grand Prix de la historia organizado por el Automóvil Club de Francia el trazado de La Sarthe, cercano a Le Mans, ; un triángulo que formaban los caminos entre La Fourche, La Ferté-Bernard y Saint Calais. La carrera se disputó entre el 26 y el 27 de junio de 1906 y la Hotchkiss presentó tres autos confiados a Elliot Shepard, Jacques Salleron y Hubert Le Blon. El resultado más alentador fue el cuarto puesto obtenido por Shepard al cabo del primer día de competencia.
La aventura de las carreras fue entonces dejada de lado por los directivos de la marca, para concentrar esfuerzos en la producción y constante mejora de sus productos. Hasta 1914 Hotchkiss fabricó una vasta gama de vehículos de distintas cilindradas y potencias. Al estallar la Primera Guerra Mundial la empresa pasó a fabricar partes para tanques de guerra.
El 1924 lanzó la exitosa línea AM de 2.4 litros, adoptando ya por esos años los radiadores en forma de herradura que caracterizarían a la marca en los años siguientes. Entre 1926 y 1936 se fabricó el AM2, de 4 cilindros, 2.4 litros y 8 válvulas con una potencia de 50 HP. Entre 1931 y 1932 aparece el AM80. Justamente en 1932 comienza la “era Hotchkiss” en el Rally de Montecarlo. La marca se impuso en el clásico monegasco en 1932, 1933, 1934, 1939, 1949 y 1950, batiendo varias veces a sus directos rivales los Delahaye. El 864 Montecarlo recordaba justamente estos éxitos deportivos de Hotchkiss. Desde los años ’20 la marca de los cañones cruzados acuñó el slogan “el auto del término medio”, ya que efectivamente sus vehículos se caracterizaban por ser fabricados con gran calidad y confort pero sin llegar a la opulencia de algunos de sus competidores en el mercado. También en los años ’30 participó regularmente en otras competencias diferentes a los rallies. En 1934 un modelo 411 especial obtuvo varios records de velocidad sobre la pista de Montlhery. En 1937 la Hotchkiss estableció un acuerdo con la Amilcar del que surgió el Amilcar-Compound, realizado de acuerdo a diseños del ingeniero Albert Grègoire. No fue este un buen suceso ya que los costos de fabricación lo convirtieron en un coche caro y con poca aceptación por parte de la clientela.
Durante el periodo de la Segunda Guerra las cadenas de montaje se usaron para la producción de tanques y jeeps (estos en alianza con Willys-Overland). En esos años se conformó en Francia el Comité de Organización del Automóvil, en el que Peugeot era uno de los involucrados y tomó una participación importante en el capital de Hotchkiss. Finalizada la conflagración, la marca retomó la fabricación de autos con el modelo 686 de preguerra, ensamblándosele en 1949 un nuevo motor de 4 cilindros. En tanto continuaba la construcción de jeeps para reequipar a las fuerzas armadas e incluso para uso civil. Entre 1948 y 1950 se conoció el modelo Artois en dos versiones: 2.3 litros (70 HP) y 3.5 litros (110 HP). También en 1950 salió el modelo 2050.
Previamente, un acuerdo con Albert Grègoire en 1949, involucró a Hotchkiss para concretar un proyecto financiado en parte por Péchiney (Aluminio francés). El auto en cuestión era un 2000 cc, de tracción delantera, hecho en aleaciones livianas. Un coche revolucionario para la época, pero que nuevamente los costos hicieron casi prohibitivo para los posibles compradores y significó otro revés comercial para la marca como ya había sido el Amilcar-Compound. Hacia 1953 decayó el ensamble de vehículos de turismo y una nueva alianza, esta vez con Delahaye, sirvió a la fabricación de vehículos a oruga utilizados por el explorador Paul Emile Victor en sus expediciones polares y, sobre todo, la fabricación bajo licencia de Jeeps Willys y motores de tractores Massey-Ferguson.
En cuanto a los autos, el Monceau de 1954 fue el último modelo fabricado, en tanto hasta 1966 duró la fabricación de Jeeps Willys-Overland. En tanto, un acuerdo con la Brandt que venía desde 1956, le permitió a Hotchkiss participar en la fabricación de vehículos especiales porta-misiles Crotale. De alguna manera esto fue como un regreso a las fuentes de la compañía como fabricante de armamento.
Así pues que cuando los visitantes del “Museo Histórico Regional de la Colonia San José”, se encuentren frente al viejo Hotchkiss de 1905, deberán saber que tras ese vetusto y enorme vehículo se esconde una rica y bastante particular historia.
Alberto Guerrero - San José – Entre Ríos

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