A veces entrar a revolver papeles puede ser algo productivo que nos dejan los días de lluvia. De pronto uno puede encontrase, aunque más no sea, con un par de recortes de diario que pueden actuar como disparador para escribir una nota. Que no tiene porque ser grandilocuente… también las historias pequeñas (por lo que uno puede rescatar y no por el personaje que la protagoniza) aportan siempre algo.
El apellido Niemitz ha sido y me atrevo a decir que es, sinónimo de automovilismo en Entre Ríos. Por la década del 70, los primos Héctor “Tino” Niemitz y Osvaldo “Pistola” Niemitz fueron permanentes animadores de las carreras que disputaba la Fórmula Entrerriana. Y como dice el viejo refrán… “de tal palo tal astilla”.
Porque nada es casual y porque esto del automovilismo suele ser algo que se adquiere, pero muchas veces se hereda… hubo antes otros Niemitz, otros primos; de los que al menos uno será protagonista de esta breve reseña.
Héctor Enrique Niemitz nació en Paraná el 7 de diciembre de 1917. Fue uno de los más entusiastas pilotos que tuvo por los `40 y `50 la categoría Fuerza Libre. El, junto a su primo Luis, supieron de importantes actuaciones en esta categoría, precursora de lo que mucho años más tardes llegó a ser la Mecánica Nacional Fórmula 1. Tanto es así que en 1950, Héctor Niemitz fue campeón de la Mecánica Nacional Fuerza Libre con un Chrysler. Niemitz se impuso en el torneo con 38,61 puntos por sobre Benedicto Campos que acumuló 32,62, el recordado Onofre Marimón fue tercero con 30,85, después José Félix López con 27,95, Ramón Requejo (15,16), Carlos Fortunati Firpo (12,95), Luis Niemitz (11,26) y José Fanto (11,18). Niemitz llevaba la misma publicidad que apoyaba nada menos que a Oscar Gálvez.
En este recorte de un viejo diario, doña Nallibe Faiad de Niemitz desgrana algunas anécdotas de cómo eras las cosas por aquellos años. Dice que cuando Héctor salió Campeón tenía 33 años y que los rivales más enconados por entonces eran Benedicto Campos, Onofre “Pinocho” Marimón, Jesús Ricardo Iglesias, Ramón Requejo y varios más. Recuerda que eran épocas de circuitos con mucha tierra suelta y que una vez, en Junín, era tal la polvareda que Héctor lo pasó a Ramón Requejo sin darse cuenta y tomó la vanguardia de la carrera. Dice también que al Chrysler lo preparaban en un taller de Gualeguaychú y Alsina entre Roque Bitty, Cánepa y varios colaboradores que siempre merodeaban el taller. Ella misma menciona del orgullo que sentían aquellos hombres por ganar con “fierros” trabajados en Paraná, contra elementos importados que solían traer varios de sus rivales en pista. Por entonces se corría en Paraná (Parque Urquiza), Mendoza, Concordia, Junín, La Cumbre, Rafaela, San Juan, Tucumán, Necochea, San Francisco y Arrecifes. Narra además que no puede olvidar el viaje a una carrera en Tucumán, hacia donde viajaron todos en un Opel-Kapitan (por entonces “Tino”, hijo de Héctor, luego también excelente piloto; tenía 6 años). Contaba doña Nallibe que al auto lo llevaron en un acopladito prestado por don Raimundo Patat (otro apellido clave en el automovilismo entrerriano) y que el viaje duró tres noches y dos días. Era interminable. No había casi rutas y la mayoría eran senderos con colchones de tierra. Peor que luego los éxitos hacían olvidar los sacrificios.
La pericia conductiva de Héctor y su arrojo al volante le dieron numerosos triunfos; pero seguro donde más a gusto se sentía y donde tuvo sus más recordadas actuaciones, era en el Parque Urquiza de Paraná (bien llamado “la Gavea argentina”).
Además tuvo oportunidad de participar en varias de las Temporadas Argentinas corridas a principios de los `50. Por ejemplo el 12 de noviembre de 1950 terminó quinto en el parque Urquiza con un Alfa Romeo 8C 3.2 sin compresor, en una carrera que ganó Fangio con la Ferrari 166 2,0. En 1951 también intervino con un Alfa Romeo 2.8 en las dos carreras que Froilán González ganó en el circuito de la costanera de Buenos Aires. En la primera, el 18 de febrero finalizó octavo; mientras que en la del 24 de febrero se lo clasificó 11º aunque no terminó la prueba. También estuvo presente en la inauguración del Autódromo Municipal de Buenos Aires el 9 de marzo de 1952, donde terminó octavo con el Alfa Romeo. El 16 de marzo se disputó una nueva carrera en el flamante autódromo pero Héctor tuvo que abandonar la prueba.
Héctor Enrique Niemitz falleció el 16 de abril de 1961 y es esta una modesta reseña de su vida deportiva. Si alguno de nuestros lectores tiene más datos que quiera aportar, gustoso los recibiré para volcarlos en esta página a favor de conocer algo más de este baluarte del automovilismo deportivo entrerriano y argentino.
ALBERTO GUERRERO – albertoaguerrero@yahoo.com.ar
Hector Niemitz y el Chrysler campeon de 1950
lunes, 16 de noviembre de 2009
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